viernes, 17 de enero de 2014

El cuarto poder

Periodistas. Gritamos bien fuerte que somos el cuarto poder del Estado. Controlamos al Gobierno, al Parlamento y a los jueces. Enseñamos al pueblo (¿debería decir ciudadanía?) lo que ellos le intentan ocultar. Trabajamos para la verdad.

Periodistas. Servimos a nuestra linea editorial. La verdad es interesante en la medida que el director del periódico lo determine. Ocultamos lo que queremos ocultar, mostramos lo que queremos mostrar. Cuando y como queremos. El pueblo sabrá elegir qué verdad quiere. Trabajamos para nuestra verdad.

Periodistas. Almorzamos con políticos. Les ayudamos a hacer su campaña, porque entrevemos la verdad entre sus "falsedades involuntarias (voluntariamente escupidas)", son lo que necesita el mundo. Ocultamos al pueblo lo que nos piden, eso sí, en beneficio del pueblo. El pueblo no sabe distinguir la verdad conveniente de la inconveniente. Trabajamos para su verdad.

Periodistas. Los grandes capitales nos invitan a cenar. En el fondo nos sentimos parte de ellos. Somos hermanos de quien nos sienta a su mesa. Ocultamos al pueblo lo que sea necesario. Necesario para otra cena. El pueblo no necesita saber la verdad. Trabajamos.

Periodistas. ¿Qué cuarto poder ni qué carajo? ¿Acaso el primero, el segundo y el tercero existen? ¿Acaso no acaban todos trabajando para el mismo poder? Ya sabéis...


martes, 14 de enero de 2014

Que el mundo gire es un problema (Pt. 2)

Decía hace poco que que el mundo gire es un problema. Nada está donde debe. Lo razonable sería acostumbrar a la mitad de la gente a vivir en la que se llamaría "Zona Nocturna", donde nunca diese el sol, y a la otra mitad en la "Zona Diurna", donde el Sol fuese como un bombilla eternamente encendida.

De esta forma, a base de acostumbrarse, ambas mitades de la humanidad se irían adaptando a vivir siempre en un entorno sin días ni noches. Tanto sus cuerpos como sus hábitos irían cambiando poco a poco.

Ya hablé de cómo serían los habitantes de la zona en penumbra, ahora toca hablar de los habitantes de la zona soleada. Para ello debemos fijarnos en las zonas donde más da el sol a lo largo del año y sus habitantes, los habitantes del desierto. Los habitantes de la zona diurna tendrían cuerpos enjutos y alargados, secos como cactus. Hay que tener en cuenta la agresividad de un Sol eternamente brillando, es por ello que los cuerpos buscarán exponer la menos cantidad de piel a los rayos del sol. Además, como los camellos, los seres humanos que poblasen ese hemisferio desarrollarían una protuberancia para almacenar líquidos. Como la naturaleza no es tonta, esta protuberancia se localizaría en la cabeza a modo de sombrero, cubierto de un fino pelo.

Para paliar los efectos perjudiciales de los rayos ultravioletas las pieles se volverían de un negro azabache, y los ojos diminutas obsidianas brillantes en sus pequeñas caras. Además, dada la probable sequedad ambiental, se desarrollaría un sistema respiratorio con membranas en las ventanas al exterior, que evitarían el exceso de pérdida de humedad al respirar.

En cuanto a las costumbres, está claro que el calor haría innecesario el uso de ropa. Además la actividad física sería considerada como un derroche de humedad, por lo que poco a poco los miembros viriles de los machos se harían más largos y controlables, para poder copular con menor esfuerzo, moviendo únicamente el pene. Esto, dada la naturaleza del ser humano, por mucho que mute, llevaría a un estadio social de promiscuidad constante y consentida, en el que los alargados penes vagan a sus anchas por los núcleos poblacionales en busca de una hembra.



Esta facilidad para el apareamiento conlleva, lógicamente, un descenso de la capacidad de expresión, por lo que los humanos diurnos se comunicarían mediante gruñidos. Económicamente, en contrapunto al derrumbe absoluto de la industria textil, se desarrollaría una fuerte industria de los complementos decorativos para penes de gran tamaño, además de una industria articulada en torno al  humor gráfico, ya que el humor escrito con palabras perdería su sentido.

Más allá de estas conclusiones empíricas y razonadas, cualquier afirmación que pudiese hacer al respecto de los humanos diurnos no pasaría de ser mera conjetura y, por tanto, una pérdida de tiempo. Si se alimentan de flores de cactus o aprenden a digerir los nutrientes de la arena del desierto es algo que solo sabremos en caso de que se invente una máquina antirotatoria y alguien tan inteligente como para irse a vivir a la Luna y observar la Tierra desde su posición privilegiada durante unos... doscientos años. Próximamente la tercera parte.

lunes, 13 de enero de 2014

Pa'bajo

Excavando, excavando. Primero llegó al baño del tercero, luego al del segundo, luego al del primero. Los vecinos se sorprendieron al ver aparecer su cabeza por el techo, primero las cejas y luego un educado "Usted perdone, estoy excavando", pero siguieron con sus vidas como si nada, a nadie le gusta meterse en follones a esas horas de la mañana. 

Una vez alcanzado el garaje es cuando comenzó lo difícil. El cemento salió poco a poco rascando, pero costó un poco de tiempo y de chapuzones encontrar el camino entre la red de tuberías. Excavando siguió su camino hacia... abajo.

A las quince horas de haber empezado llegó a una habitación en penumbra. Allí había un viejo que llevaba más de veinte años aislado del mundo, convencido de que fuera de aquel cuarto lo único que quedaba de la humanidad era una horda de zombis mutados por la estela de Chernobyl. Cuando vio caer sobre sus estanterías, repletas de latas de conserva, a un humanoide cubierto de tierra echó mano a su escopeta. "Cavar, cavar." le dijo, y el viejo le dejó continuar únicamente con un disparo de advertencia en el hombro, dándose cuenta de que, como ya se había imaginado, los zombis nucleares una vez superada su etapa caníbal no serían más que enfermos mentales con TOC.

Continuó excavando. No le importaba ir perdiendo sangre poco a poco, siempre había pensado que era una manera poética de regar la tierra, especialmente (como era el caso) si ésta se mezclaba con sudor. Cuando la vista le empezó a fallar no se dio cuenta, a esa profundidad la oscuridad era total y se había ovidado la linterna en casa.

Al poco rato le flaquearon las piernas. Se sentó en su agujero y pensó. Pensó en qué carajo hacía allí y por qué mierda estaba excavando desde hacía diecisiete horas para llegar a mitad de la nada, de la menos que nada, en la nada al menos hay aire, allí solo tierra. 

Entonces pensó, antes de que la última bocanada de aire saliera de sus pulmones, aquí es donde debería entrar una metáfora sobre la existencia humana.

NO LLAMÉIS A VUESTROS HIJOS JOSÉ

Listado de Josés elaborado con absoluta imparcialidad:

- José de Nazaret: Famosísimo cornudo. No fue capaz de echarle a un polvo a la Virgen María, quizás esto explique por qué vivía junto a una mula y un buey.

- Iósif Stalin: No contento con ser comunista y de la Georgia mala, gobernó la URSS así como duramente.

- José (Luis) Rodríguez Zapatero: Malvado socialista. Dejó a los invertidos casarse libremente.

- José (María) Aznar: Hombre bajito de embriagadora belleza. Catalanoparlante.

- Josef Mengele: Entregado doctor amante de los gemelos y mellizos. Aparentemente tuvo un índice de mortandad entre sus pacientes quizás excesivo.

- José Martí: Señor cubano-español que gustaba de escribir y politiquear. Independentista cubano en su época. Empezó lo que han continuado los catalanes.

- José Bretón: Padre (no tanto) amoroso. Pirómano incendiario.

- José Jiménez Fernández (Joselito): También conocido como "El pequeño ruiseñor". Dejó de ser pequeño, dejo de cantar y su vida se fue al carajo. ¿Porque le cambió la voz? Puede ser, aunque es más probable que sea por llamarse José.

- José (el de la canción en la que se pencan a su madre): Hijo de una MILF. Traumatizado cuando tuvo sexo con su mejor amigo.

- Joseph Goebbels: Ministro nazi de propaganda, de los nazis de Hitler. Además tenía las orejas despegadas.

jueves, 2 de enero de 2014

Escritor de refranes

Escritor de refranes es una de las profesiones futuras que barajo. Para desempeñar una labor como esta, en contra de lo que opina la mayoría de la gente, no hace falta ser sabio ni viejo. 

Las habilidades que realmente se necesitan son las que podemos encontrar en cualquier discurso político de nuestra querida postmodernidad. Al igual que en estos discursos para escribir un refrán es necesario encontrar una forma llamativa que se quede en la cabeza de la gente (que rime es ideal), luego, al igual que en los discursos, utilizaremos algún órgano de nuestro cuerpo (preferiblemente que no sea el cerebro, el intestino grueso es una opción mucho más apropiada) y lo exprimiremos sobre esa forma para llenarla de contenido.

Una vez acabado este proceso tendremos un elemento cuya duración deberemos acotar según queramos discurso político postmoderno o refrán. Si queremos un discurso deberemos estirar un poco más la forma y rellenarlo con más de lo exprimido de nuestro órgano (hay quien gusta de mezclar todo con un poco de bilis). Si queremos un refrán trataremos de hacer menguar la forma hasta un tamaño escrito de dos o tres lineas como máximo.

Hasta este punto es el proceso común, a partir de aquí hay ciertas diferencias a la elaboración. En el discurso político tratamos de complacer a todo el mundo, por eso será necesario incluir algunos términos "modernos" (mi favorito es sin duda plural) y otros "tradicionales" (se recurre bastante a la nación). Así al final tendremos un producto atractivo al público, que batirá sus manos una media de 6 veces por minuto.

Sin embargo en los refranes, dada su vocación de tradición oral, es necesario incluir términos totalmente anticuados, y juntarlos con verbos de acciones que hace ya varios siglos que no es necesario llevar a cabo por los avances tecnológicos. Usando este sistema se pueden obtener grandes resultados, como el refrán siguiente: "En barrica de roble pasta hasta el pobre".

Una vez elaborados, no es necesario darles un significado. La gente estará tan absorta con las increibles formas que le hemos dado a nuestro discurso/refrán que no verá necesidad de darles significado alguno. Qué coño, si quieren un significado ya lo buscarán ellos.