sábado, 7 de diciembre de 2013

Basado en hechos semi-reales

Todo empieza en una cafetería. Estamos yo, mi madre y mis dos hermanos, sentados tranquilamente tomando algo. En un momento dado se va la luz, el local es del estilo de las típicas cafeterías americanas prefabricadas, de una sola planta y con parking delante. En la confusión alguien empieza a disparar, creo que es un cura que hay al fondo del local, alguien le grita "Reverendo, ¡pare!". Cuando vuelve la luz mi hermano mediano (yo soy el pequeño) está muerto, el reverendo también, es un momento triste para todos, así que hay un salto temporal.

Ha pasado un mes, mi madre, mi hermano y yo, puede que un señor que se acuesta con mi madre (no se si es mi padre o su novio, tampoco me importa), nos vamos de vacaciones a una especie de resort con un paquete vacacional. Entonces es cuando se me ocurre preguntar qué edad tengo, tengo 14 años, vaya, es una pequeña dificultad para alguien de 21, pero bueno, aquí las normas no las pongo yo. Llegamos al lugar de vacaciones en cuestión, ha habido un problema con las reservas, hay otros dos grupos allí esperando también: una pareja de ancianos y otro grupo, gente aleatoria, no se más.

Desde la organización nos dicen que la solución más sencilla será juntar las actividades de todos... genial. Ya que voy a tener que estar delante de más gente pregunto a mi hermano su edad, y la de mi otro hermano (el que murió de un tiro), más de 20 y 16 respectivamente. Nos toca hacer el registro de entrada, tengo el placer de pasar unos minutos cerca de la anciana. Decido que lo más conveniente va a ser alejarse de esa mujer, es la típica vieja que odia al mundo y se dedica a comentar lo mal que le parece todo; "La habitación está bien, pero en la que estuvimos en 1976 era mejor." "Ay, hijo mío, déjame pasar delante que soy vieja y me duele todo." "Vaya educación tienen los jóvenes, no me extraña que mataran a su hermano."

Me toca firmar para el registro de entrada. El coordinador del resort mira la oferta que tenemos contratada, 5 noches y 15 copas. Me mira a mi y me dice -Vaya estafa, antes dábamos 25 copas.- No entiendo nada -Pues regálame unas cuantas más.- le respondo, a lo que él me pregunta si con 14 años puedo beber, tiene razón, gana él. Mientras, desde la puerta mi madre me pregunta si bebo alcohol, si me emborracho, claro, con 14 años es normal que mi actitud sorprenda a la mujer.

Con todos los papeles firmados, y buscando a mi hermano para que me aleje de la vieja, salimos para empezar con la primera actividad de las vacaciones. El coordinador nos dirige hacia una nave industrial cercana, desaparece tras un biombo y vuelve vestido con un extraño traje morado. Se dirige a mi y me reta. Ese señor me está retando a un combate Pokémon. Hasta aquí puedo llegar. Me parece realmente increíble que todos mis sueños acaben igual.

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