miércoles, 25 de diciembre de 2013

Que el mundo gire es un problema (Pt. I)

Que el mundo gire es un problema. Nada está donde debe. Lo razonable sería acostumbrar a la mitad de la gente a vivir en la que se llamaría "Zona Nocturna", donde nunca diese el sol, y a la otra mitad en la "Zona Diurna", donde el Sol fuese como un bombilla eternamente encendida.

De esta forma, a base de acostumbrarse, ambas mitades de la humanidad se irían adaptando a vivir siempre en un entorno sin días ni noches. Tanto sus cuerpos como sus hábitos irían cambiando poco a poco.

En la Zona Nocturna los ojos de las personas deberían crecer hasta alcanzar un tamaño de, por lo menos, medio metro de diámetro cada uno. Para ello, obviamente, el cráneo tendría que aumentar de tamaño considerablemente, especialmente en su parte superior. A este aumento del cráneo, más por seguir una lógica de tamaños que por necesidad darwiniana, le acompañaría un aumento considerable de la masa encefálica. Este crecimiento del cerebro conlleva, por supuesto, una mejora y crecimiento de las capacidades cerebrales. Entre éstas nuevas capacidades se encontrarían, por ejemplo, la telequinesia (mover objetos con la mente), la capacidad de crear un aura de pensamiento que permitiría, al conectarla al aura de otros humanos del lado nocturno, la comunicación mental. Pero la habilidad que marcaría el aspecto de la gente de la cara oculta sería, sin duda, la levitación. Con su nuevo y mejorado cerebro serían capaces de moverse a si mismos y, dado el esfuerzo que les supondría caminar moviendo esa enorme cabeza, dejarían de usar los músculos del cuerpo para desplazarse y realizar sus actividades diarias. Todo absolutamente lo harían usando la telequinesia y la levitación, teniendo como resultado la atrofia del cuerpo, que iría perdiendo extremidades inútiles hasta reducirse a un pie sobre el que apoyar la cabeza para descansar (a nadie le gusta sentir el suelo en la barbilla). El ser humano tendría un aspecto aproximado al del que vemos en la imagen bajo estas lineas.

Hombre de la Zona Nocturna dando un paseo
Como se aprecia en la preconstrucción que hemos realizado, este ser tendría varias particularidades que llaman la atención y de las que aún no hemos hablado. Por un lado vemos que su piel toma un color azul. Esto se debe a que por falta de luz solar la piel pierde su pigmentación y, lógicamente, al perder su pigmentación se ve el color original de las cosas, y el ser humano está compuesto en un 75% de agua, que por mucho que se diga que es incolora es azul. El otro detalle que llama la atención es el hecho de que su ropa sea como un calcetín, aunque la explicación a esto es muy sencilla. Es un calcetín. El resto de su cuerpo se ha atrofiado hasta desaparecer (alguno podría tener algún resto de mano o de ombligo) y, dado que lo único que le queda es ese solitario pie, de alguna forma hay que vestirlo, y dado el frío que podría llegar a hace en esa noche eterna, la mejor solución posible sería cubrir el pie con un buen calcetín de lana. 

En cuanto a sus hábitos, más allá de la comunicación mental y el desarrollo de una fuerte industria del calcetín, basada en la venta de calcetines de manera individual y no por parejas (se que cuesta hacerse una imagen mental de eso), sería difícil hacer un pronóstico y acertar. No serían más que conjeturas. ¿Se volverían caníbales? Probablemente no, serían seres superinteligentes. ¿Serían monógamos? Probablemente no, serían seres superinteligentes. ¿Serían creyentes? Probablemente sí, creerían en que hay un mundo con una fuente de luz natural y eterna, todo sacado de los cuentos de transmisión oral de generación en generación (con qué luz iban a poder leer). Las incógnitas son muchas y no es el momento de resolverlas.

Algún día la segunda parte.

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